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El camino del héroe

¡Pero yo era el héroe! ¿O no…?

Claro, todo el mundo es héroe. Y todo el mundo muere.

Cuando uno va los viernes por la noche a casa de los amigos a jugar a rol después de toda una semana de estrés y hastío, lo último que espera es que le maten su personaje. Se invierten demasiadas horas diseñando su trasfondo, profesión y haciéndolo el centro del universo como para que en una mala tirada de dados todo se vaya al cuerno. No es un mal argumento. Y por eso las leyendas cuentan que, en las partidas de rol, se lanzan dados detrás de las pantallas de los masters. Esas “alivia penas” para muchos, son el único recurso, la única barrera, que separa la vida con ruedines de la vida sin red.

Yo prefiero tirar delante de la pantalla, a tumba abierta. Y sufrir con cada golpe, Temblar ante la posibilidad de que este combate sea el último. Subir la apuesta.

Logan
Evidentemente, no es del agrado de todos, ni pretendo que lo sea. Mi intención es simplemente hablaros del héroe como personaje y cómo jugador. Esa embriagadora sensación que produce saberse elegido para la gloria, tocado por los dioses. Ungido con un plot armor.

Las películas, las novelas, en general las grandes historias, tienen en su haber un repertorio de personajes y héroes de leyenda con los que identificarse. Razón no te falta. Una buena historia necesita de grandes personajes. Es lo que la mueve, lo que crea el conflicto. La base de la trama. Pero quién dijo, que todos los personajes son principales, todos son protagonistas, o que todos son héroes.

No es que haya jugadores con personajes de primera o de segunda. Pero seguro que recordarás algunas de tus aventuras con personajes míticos que irradiaban protagonismo y eran el centro de atención, porque el jugador, les había dotado de auténtica vida. Aún hoy no puedes dejar de sonreír al recordarlos. Se comían la historia. Conseguían brillar de una forma que eclipsaba al resto. Quizá no eran el héroe principal, ni estaban tan implicados en la trama. Pero ahí estaban. Como hechos a medida. Perfectos. Carisma en estado puro.

¿Insisto, pero yo no era el héroe?

Veamos la definición del héroe.

Joseph Campbell explica estupendamente la definición del héroe y nos habla de su ciclo. El proceso transformador que te lleva a serlo. Uno NO nace héroe. Bueno, quizás si eres hijo de un Dios, o de un titán, pues igual estás destinado a serlo. Pero igualmente, sólo se supone que estás destinado a serlo. Quizá el Villano, o el antihéroe, viene y te mete una patada en el culo destruyendo todas tus esperanzas de lograrlo. Y ahora estás muerto.

Que maravilla. Uno se transforma en héroe a base de sufrimiento, dolor, angustia, inseguridades y miedos. Uno evoluciona hasta alcanzar la perfección, que sólo dura un tiempo hasta que las cosas vuelven a torcerse, y entonces, te toca volver a correr. Volver a la rueda para lograr superarte de nuevo. El viaje sin fin. No, sin fin, no. Al final, mueres. Si alargases lo suficientemente la historia, como para contar otro, y otro, y otro capítulo más en la vida del héroe, al final, moriría. Quizás de viejo, de una mala caída, de una puñalada, de... Pero eso es otra historia.

No es que no puedas ser héroe. Has venido al sitio correcto, estás en proceso de serlo. Se que vas a dar tu mejor esfuerzo para lograrlo. Pero va a depender de cómo te lo montes y lo que te tenga preparado el destino. Y si tienes un master que te pasa la mano, pues, ¡tachan!, ya tenemos un bonito plot armor.

  • Mi consejo es: Siéntete siempre héroe, no dejes de esforzarte, lucha hasta el final y no hagas locuras gratuitas. Y si mueres, no dejes de llorar a tu personaje. Pero ahora toca hacerte otro.

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