Venía a cambiar la portabilidad de mi varita…
Tu próxima aventura está cerca, y viendo la que se avecina, entras en una tienda arcana dispuesto a cambiar de proveedor mágico por otro más barato, más sencillo y moderno.
Todo a tu alrededor es nuevo, brilla, inspira confianza. La chica del mostrador te sonríe, dispuesta a venderte alguno de los nuevos grimorios que han sacado este año con el símbolo del garbanzo grabado en la portada, los iGarb II. Qué envidia no poder tener uno. Quizás con un par de misiones más. Pero por ahora, rebuscas con un suspiro en tu flaca bolsa de monedas y rezas porque te haga alguna rebaja. Quizás algún plan renove que te regale una nueva varita JuanGuay con un 20% de descuento el primer año, y así podrías deshacerte de la tuya, que ya cuesta encontrar repuestos cada vez que se te agotan las cargas. Que vida más dura la del mago…
La alta fantasía se ha colado en mi mesa
y ya no jugamos a rol. Jugamos a videojuegos.
Si quieres extrapolar este cuadro al combate obtendrás el mismo potaje. Golpes sin sentido a una masa de plastilina capaz de regenerar sus heridas, ya la corten, la pinchen o la muelan a palos. Qué más da. La plastilina siempre vuelve a su forma original. Nada puede destruir ni mutilar a la plastilina. Dios salve la plastilina.
Siento mucho ser un vejestorio, pero estas mecánicas no son de mi agrado. Los sistemas donde un personaje tiene un plot armor y está vivo porque le queda un punto de vida, o está CASI muerto porque todavía le quedan puntos de constitución, me echan para atrás.
Algunos me diréis que esto es bueno para la historia, si no, se va al cuerno porque te quedas sin personajes. Otros incluso me diréis que sois héroes, y queréis vivir aventuras y matar ejércitos enteritos como Legolas, porque mola. Y realmente no hay nada malo en ello. Tu sistema, tus reglas. Pero apesta a videojuego. ¿No te parece? Videojuegos como Diablo, donde puedes hartarte de matar, matar y matar más. Coger tesoro, subir de nivel y seguir matando como si no hubiese un mañana. Donde la emoción se reduce a: clic, clic, clic… No es un mal videojuego. Pero yo venía a jugar a rol.
¿Y por qué debería gustarle a alguien que le rompan las piernas?
Buena pregunta. No hay una respuesta demasiado coherente para esto, claro. Pero voy a intentar ponerlo todo en contexto para que puedas decidirlo por ti mismo.
Los luminosos veranos de los años 80 están llenos de aventuras, magia, capas, espadas, dragones, y un interminable repertorio de monstruos, héroes, villanos y artefactos maravillosos que podías conseguir sentados alrededor de una mesa de plástico en una terraza, entre vasos de Coca-Cola y buenos amigos. Lanzando dados y escuchando una terrible historia sobre cómo las fuerzas del mal carcomían el mundo pedazo a pedazo. Y llegaba el combate. Imprescindible. Inevitable. La suerte estaba echada, el poliedro rodaba por la mesa, y si no se caía, cosa que pasaba bastante a menudo, decidía tu destino. ¡Crítico! El máster tenía tu vida agarrada por el cuello. Y entonces:
- Advanced Dungeons and Dragons: te comías el doble de daño y ya.
- El señor de los Anillos: podías morir (ya ni te cuento si era Rolemaster)
Con esto prácticamente te acabo de resumir TODAS las alternativas que había en los juegos de rol respecto a los sistemas de críticos que había. Porque, o te doblaban el daño, y era místicamente absorbido por la “bolsa de puntos de vida” que era tu personaje, o te descalabraban alguna parte corporal, si es que no acababas muerto por no llevar yelmo.
Esta controversia creaba dos grupos fuertemente diferenciados de jugadores. Los que querían el modo hardcore, y los que no. Los detractores de ambos sistemas se lanzaban pullas barriobajeras en una sucia pelea a cuchilladas. Te ahorraré los detalles. Pero señalaré que por aquel entonces no todos teníamos ordenadores, y los que lo tenían, no disponían de muchos juegos en su haber. Heretic no salió hasta el 94 y Diablo I no salió hasta finales del 96.
Yo siempre he abogado por la crueldad del crítico mortal. Si me matan me aguanto y me toca hacerme otro personaje. Y a los que están preocupados por el pobre máster después de pasarse horas, días, meses, preparando la aventura con la mayor ilusión del mundo, les diría que me han reventado partidas mejores por aguantar las tonterías de los jugadores. Que ojito, también pasa. Y ahora cuando diga esto es cuando me tiras piedras:
Lo importante no es el jugador, es la historia.
Cuando asimiles esto, entenderás que la muerte de los personajes es parte de la historia. Una trama argumental que NO dependa de los personajes es vital para poder subsistir, o evolucionar desencadenando nuevas tramas. Los héroes están de paso. Si triunfan, mejor. Pero si fallecen, su muerte contribuirá a la oscuridad que rodea la trama.
¿George R.R. Martin tiembla cuando un personaje va a morir
y corre a salvarle la vida en el último minuto
porque sino la trama se le va al cuerno?
No seas ligero al considerarlo. La trama prevalece.
Esto en los videojuegos es impensable. El Héroe no puede morir. El famoso plot armor. Y ahora debería enzarzarme en una charla sobre mutilaciones, y destrozos físicos de la que sólo te daré una lista autoexplicable:
- Jaime Lannister: Pierde la mano derecha.
- Theon Greyjoy: Castrado.
- Bran Stark: Queda paralizado de la cintura para abajo.
- Sandor Clegane: (El Perro) Quemaduras severas en el lado izquierdo de su rostro.
- Beric Dondarrion: Sufre múltiples heridas mortales y es resucitado varias veces, lo que deja su cuerpo con cicatrices y mutilaciones.
- Tyrion Lannister: Pierde la nariz en los libros (en la serie, solo tiene una cicatriz notable en la cara).
- Euron Greyjoy: Pierde un ojo (en los libros, es más explícito, mientras que en la serie no se muestra claramente).
- Daario Naharis: En los libros, tiene una sonrisa cortada (similar a una cicatriz de Glasgow).
- Jorah Mormont: sufre de psoriagrís, lo que afecta su piel.
- Syrio Forel: Aunque no se muestra explícitamente, se presume que fue mutilado o asesinado por Meryn Trant.
- Stannis Baratheon: En los libros, pierde varios dedos de la mano izquierda debido a la congelación.
- Victarion Greyjoy: En los libros, sufre una grave herida en la mano que luego es tratada con magia, lo que deja su mano en un estado grotesco y ennegrecido.
- Loras Tyrell: En los libros, es gravemente herido durante el asedio de Rocadragón, lo que le deja con quemaduras y otras lesiones severas.
- Gregor Clegane: (La Montaña): Sufre heridas graves en su duelo con Oberyn Martell y es envenenado, lo que lo lleva a un estado de "no-muerto" después de ser experimentado por Qyburn.
- Asha Greyjoy: (Yara Greyjoy en la serie) En los libros, Asha pierde varios dedos de la mano durante una batalla en las Islas del Hierro.
- Davos Seaworth: Pierde los dedos de la mano derecha.
- Brienne de Tarth: En los libros, pierde varias piezas de carne y sufre desfiguración facial después de una lucha con Rorge y Biter.
- Petyr Baelish: (Meñique) En los libros, es mencionado que tiene cicatrices en el rostro, resultado de un duelo juvenil.
*Espero no haber metido la pata con ninguno y que la información sea veraz. Para los puristas, perdónenme si encuentran alguna imprecisión, que estaré encantado de corregir tan pronto sea conocedor de ello.
No me gusta que me mutilen, pero menos me gusta que las heridas no tengan consecuencias. Te metes en un combate, no en un baile de fin de curso.


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